Doga: Cómo practicar yoga con tu perro

Doga: Cómo practicar yoga con tu perro

El Doga consiste en la práctica de posturas del yoga clásico con masajes y estiramientos. Una disciplina muy beneficiosa para reforzar el vínculo con tu perro.

 

El Yoga, tal y como le escuché decir a Xuan Lan (profesora) “es una disciplina, una filosofía de vida, no un deporte”.

Originario de India, hoy en día no existe ciudad donde no haya un centro para practicarlo. ¿Por qué? Porque aúna el equilibrio entre cuerpo y mente. Y no es una falacia, os puedo hablar desde mi propia experiencia.

Hay varios tipos de Yoga, pero del que quiero hablaros en este post está relacionado con perros: El Doga.

La creadora de esta variante es la actriz Suzi Teitelman, que se recicló en profesora de yoga tanto para humanos como para perros e inició el Doga al percatarse de que Coali (su Cocker Spaniel) iba a su esterilla a sentarse junto a ella a la hora de practicarlo. A algunos os sonará ¿verdad?

Suzi llevaba a Coali a sus sesiones individuales con sus clientes y comenzó a ver que de forma natural compartía movimientos y se relajaba durante la sesión; Poco después sus clientes que tenían perro también comenzaron a incluirles en las sesiones, viendo los beneficios que aportaba.

 

 

En el Doga se practican posturas de yoga clásico con estiramientos y masajes y, aunque lo puede practicar cualquier tipo de perro, hemos de ser consecuentes con el estado físico del animal: no es conveniente que lo practiquen perros con algún tipo de lesión o en fase de recuperación. Si este es vuestro caso, os recomiendo que os sentéis con vuestro perro a meditar, pues el solo hecho de permanecer a su lado acariciándoles y apaciguando nuestra respiración hará que nuestro vínculo con ellos se refuerce.

El Doga está indicado para cuadros de estrés, ansiedad, hiperactividad, fobias, hipersensibilidad y depresión.

La práctica debe realizarse en un entorno sereno, sin demasiadas distracciones, con música relajante de fondo, el teléfono apagado y encendiendo algún incienso natural para que envuelva nuestros sentidos.

Durante las sesiones se practican varias posturas, llamadas asanas, tanto de forma individual, como nuestro perro.

 

 

Es muy importante conocer y respetar nuestros límites, pues de nada sirve querer practicar a toda costa un asana que pueda costarnos una lesión.

Nuestro cuerpo es sabio y sabe dónde ha de llegar, y tal y como dicen los maestros, el mero hecho de realizar dicha postura nos beneficia. Lo mismo debemos aplicar a la práctica con nuestro perro: si en algún movimiento oponen resistencia o se quejan, habrá que parar inmediatamente, pues la práctica está hecha para disfrutar y relajarse.

Puede ser que en las primeras sesiones nuestro perro se muestre inquieto si no está acostumbrado, pero son unas esponjas de la buena energía que se desprende en la práctica del yoga, así que una perseverancia en las clases hará que nuestro perro, una vez que tendamos la esterilla en el suelo, lo tome como una invitación y que nos siga directamente.

 

 

Tras las asanas realizaremos varios estiramientos, así que de forma suave iremos tensando y relajando cada articulación; incluso podemos cogerle y ponerle de pie para que estire los cuartos traseros y ponerlo en forma de “carretilla”. Estos estiramientos actúan como una gimnasia pasiva para ellos, ya que, como nosotros, también son sensibles a padecer cargas y lesiones.

La parte que más les gusta a los perros es el momento de los masajes. Si nuestro perro ha sido recientemente adoptado o ha tenido algún trauma anterior es un buen momento para mostrarle que el contacto físico y las caricias son agradables para él/ella y que así se sienta seguro.

Los masajes hacen que se segreguen endorfinas que les inducen a la relajación y mejoran el tono muscular. De hecho, nuestros perros disfrutan igual que nosotros de estos contactos físicos tan benefactores.

Os recomiendo, si es posible, que los masajes vayan acompañados de la aplicación de aceite esencial de lavanda, con propiedades relajantes. Eso sí, siempre aceites esenciales de origen natural, ¡nada de químicos!.

Por último, dedicad unos minutos a conectar con vuestra respiración, teniendo a vuestro perro cerca. Si os sobreviene cualquier pensamiento no lo fijéis en vuestra mente y dejadlos pasar como en una película.

Finalizaremos la clase cantando tres “Oms” con las palmas de las manos unidas sobre el pecho.

Si después de la sesión, vuestro perro se ha quedado dormido en la esterilla, enhorabuena, la sesión ha dado sus frutos y nosotros nos veremos recompensados por ello.

Aquí tenéis un ejemplo de sesión de Doga con PAT Educadora Canina:

 

¿Os animáis a practicar Doga? Escuchamos vuestra sugerencias.

 

Perros con Historia
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